Tanto se soñó, se esperó y se luchó. Tantos sacrificios se realizaron dentro y fuera de la cancha, que un día llegó el tan ansiado ascenso al Argentino A.
Atlético Paraná se merecía seguir subiendo escalones en su vida deportiva, pero en el fútbol, como se sabe, los resultados no se merecen, se consiguen. Para ello se trabajó incansable e incesantemente, de manera conjunta y solidaria. Los dirigentes, el cuerpo técnico, los jugadores, los colaboradores de la entidad, los hinchas, los simpatizantes y los amigos del Club, todos pusieron su grano de arena; unidos por la pasión Rojiblanca y por un mismo objetivo: el ascenso al Torneo Argentino A.
Parecía que el Argentino B les quedaba chico ya. El buen juego del equipo invitaba a soñar en grande. Donde fuese que se presentara, el Gato dejaba su impronta y recibía elogios por parte de los rivales, incluso muchas veces se escuchó decir que “Paraná parecía ser de otro nivel”. Y el tiempo les dio la razón. Pero no era sólo el pensamiento de los eventuales contrincantes, sino también de los propios protagonistas de esta linda historia.
Paraná comenzó a considerar que estaba para más y se propuso ir por ello. La humildad y perseverancia fueron los pilares que sustentaron la ilusión. Recorrió un largo camino en la temporada 2013/14 del Argentino B. Transitó miles de kilómetros durante los ocho meses de competencia. Los dirigentes realizaron un gran esfuerzo económico para conformar un plantel competitivo; eran conscientes de que un ascenso costaría sudor y lágrimas. Pero estaban dispuestos a luchar con todo otra vez y no se equivocaron. Consiguieron lo que fueron a buscar, dar ese nuevo salto de categoría, dejar atrás cuatro temporadas en el Argentino B.
El 8 de junio de 2014, Atlético Paraná tocó el cielo con las manos, coronando una excelente campaña que arrancó el 22 de setiembre del año anterior. Aunque la primera parte del campeonato no fue buena, al menos no como se esperaba. Se disputaron 13 partidos antes del receso de fin de año, en los cuales se lograron ocho victorias y se sufrieron cinco derrotas, una de ellas dolió mucho, la del clásico ante Belgrano en el estadio Mutio. Allí, El Gato perdió 2 a 1 y sumó su segundo traspié consecutivo, dejando más dudas que certezas en cuanto a su funcionamiento. También comenzaron los rumores sobre un posible alejamiento del entrenador Edgardo Cervilla. Quedaba una fecha más, previa al impasse del campeonato. Había que visitar a Textil Mandiyú de Corrientes y tratar de cerrar de la mejor manera esa parte del torneo. El técnico introdujo variantes en el once inicial, realizó cambios tácticos en busca de una mejor producción colectiva y le salió bien, porque el Rojiblanco ganó 3 a 1 y terminó el año con una sonrisa.
El receso vino bien para pensar, renovar el aire, y arrancar de la mejor manera posible el 2014. Los directivos mantuvieron la sangre fría en un momento complicado, se puso en discusión la continuidad del técnico, sostenido en el cargo por el pulso del Presidente de la institución que se jugó un pleno en ese momento y acertó en su decisión, ya que sería el propio Cervilla quien conduciría al equipo a obtener el logro más importante en la historia del Gato. Aunque la continuidad dependería de los resultados que obtuviese el equipo.
En enero comenzó la pretemporada. Los trabajos duros y exigentes del preparador físico Sebastián “Tati” Furios, uno de los responsables de los ascensos alcanzados, fueron fundamentales en la campaña del Gato.
En febrero se reinició la competencia y a partir de allí todo cambió. Paraná, de a poco, fue encontrando su regularidad de juego. Construyó su propia identidad. Maduró como equipo. Hubo rendimientos individuales que crecieron con el correr de las fechas y eso fue fundamental para que no se resintiera el andamiaje del plantel a la hora de hacer modificaciones en el once titular.
El mensaje del entrenador fue claro y los futbolistas entendieron lo que pretendía de ellos en la cancha. La solidaridad de todos también fue esencial en ese momento. Se alcanzó una racha de 15 partidos sin derrotas, y, principalmente, la unión del grupo, que fue el gran soporte para sostener una campaña impecable y alcanzar el objetivo planteado.
El mes de junio parece estar signado para la felicidad Decana. Porque un día domingo 8 de ese mes del año 2014 se escribió uno de los capítulos más importantes de los 107 años de historia de la entidad de barrio San Martín. El Gato había dejado atrás una Primera Fase de 18 fechas; luego afrontó una Segunda Etapa de diez jornadas y a partir de allí debió avanzar llave por llave.
En cuartos de final no tuvo mayores inconvenientes para eliminar a Fútbol Club Tres Algarrobos, de la provincia de Buenos Aires, derrotándolo 3 a 0 de visitante y 2 a 1 de local. La próxima parada, en semifinales, fue Córdoba, allí lo esperaba el histórico, peligroso, gigante y popular Racing del barrio Nueva Italia. En la Docta, el Gato dio el batacazo imponiéndose por 2 a 0, un duro golpe para los Albicelestes que daban por seguro el pasaporte a la siguiente instancia. Menospreciaron al Gato, lo ningunearon, tomaron el cotejo con soberbia y displicencia a la vez, y pagaron las consecuencias. Se llevaron una gran sorpresa. La llave se definió en barrio San Martín y con un empate 1 a 1 y el Gato continuó en carrera.
Quedaba el último peldaño por sortear. Se estaba a 180 minutos de tocar el cielo con las manos, de lograr algo tan anhelado por todos los Decanos, que la ansiedad se podía sentir en el Barrio San Martín los días previos.
Los jugadores nunca perdieron la calma, siempre mantuvieron el bajo perfil y la humildad, siendo conscientes de que si ellos seguían por esa recta que los había llevado hasta allí, tenían grandes posibilidades de avanzar una categoría más.
El primer duelo definitorio fue en la ciudad de Villa Krause, provincia de San Juan, donde se enfrentó con Unión. La llegada del plantel al estadio “12 de Octubre” fue con cierta presión por parte de los hinchas locales, que pretendían amedrentar a los gladiadores Decanos. Pero nada los inquietaba, nada los sacaba de eje, ni siquiera las bombas de estruendo que un grupo de inadaptados hizo explotar la noche anterior en el hotel donde concentraba la delegación de la capital entrerriana para no dejarlos descansar con tranquilidad. El objetivo era uno solo, lo demás no importaba nada.
La noche del miércoles 4 de junio se presentó fresca. El estadio sanjuanino colmó su capacidad de 8.000 espectadores. Los jugadores del Decano fueron acompañados por un reducido grupo de dirigentes que viajaron a tierras sanjuaninas ya que no se permitió el ingreso de público visitante.
El partido fue intenso como corresponde a una final, de mucha lucha y trabado en su desarrollo, con ambos equipos cuidándose de no cometer errores que tuviesen que lamentar. Y, justamente de un yerro, llegó el único gol de la noche. Al arquero Iván Baigorria se le escapó la pelota de las manos tras un remate de Nahuel Olivari y de esa manera Unión consiguió la victoria por 1 a 0. “No era para perderlo, el que cometía un error perdía. Me pasó a mí, la cancha me jugó una mala pasada, me confié y pagué caro el error”, dijo muy apenado el cuidapalos Rojiblanco al finalizar el cotejo. Sin poder salir de la bronca, el arquero sunchalense, en el ingreso al vestuario tras la derrota, le dio un puñetazo a la pared que le provocó la lesión que lo dejo fuera del campo de juego en la final en el Mutio.
Unión de Villa Krause sacó una mínima ventaja en la primera confrontación decisiva, absolutamente remontable. Quedaban 90 minutos más en barrio San Martín, que serían a todo o nada.
La revancha tan esperada llegó. El Estadio Pedro Mutio fue el escenario destinado para que más de 4.000 paranaenses fueran testigos de la gloria o desazón Decana. Había mucho entusiasmo y optimismo en el hincha, directivos y protagonistas. “Lo damos vuelta”, era la frase que decía todo aquel que traspasaba el portón de acceso al estadio de calle Ruperto Pérez. Esa fe, confianza, buena onda, del simpatizante se transmitía a los jugadores, quienes también estaban convencidos de revertir la historia adversa.
En la previa parecía que el Gato podía ganar con comodidad; eso se olfateaba en el ambiente. Pero le costó, y mucho, al equipo empardar la serie.
Se sufrió más de la cuenta. Fue un partido no apto para cardíacos. El protagonismo fue del Decano, que se hizo dueño del trámite imponiendo su juego con mucha actitud y creó un par de situaciones de gol que no pudo convertir. También hubo ánimos caldeados, el cotejo estuvo detenido varios minutos por una supuesta infracción al arquero sanjuanino Pablo Lucero, quien quedó tirado en el piso, y allí un petardo lanzado desde la tribuna explotó detrás del arco lo que motivó que el juego continuase detenido.
Mientras eso sucedía en un sector de la cancha, integrantes del banco de relevos de Unión quisieron trenzarse a golpes de puño con colaboradores del Decano, enardeciendo más aún el clima, que amenazaba sacar del partido a los futbolistas del Rojiblanco. Una final con todos los condimentos.
Se reanudó el encuentro y Paraná siguió marcando superioridad en el juego pero sin poder traducir esa supremacía en el marcador. Para el complemento hubo un cambio de esquema táctico. Paraná fue más ofensivo aún, tuvo tenencia de pelota, la manejó con criterio, buscó por todos los medios romper el cerrojo defensivo de los sanjuaninos pero no lograba convertir.
El reloj avanzaba, los minutos pasaban, y se acortaba el tiempo para alcanzar la victoria. Se acercaba el final. Los últimos instantes fueron dramáticos, electrizantes, de muchos nervios. Se oprimía el pecho, dolía el corazón, las lágrimas de tristeza empezaban a caer sobre las mejillas de los hinchas porque ya se cumplía el tiempo y el resultado parecía inamovible. Nada para reprocharle a los jugadores que habían dato todo, habían hecho todo lo posible en busca del triunfo. Se escapaba el ascenso.
Un cabezazo de Maximiliano Antonelli hizo rebotar la pelota detrás de la línea del arco, desde donde fue despejada por un defensor de Unión; el árbitro interpretó que no fue gol. Era esa tal vez la última chance, y no se pudo concretar, sólo un milagro podía cambiar la historia. La Familia Decana rezaba su oración, sin resignarse a perder el ascenso, así, de una manera tan cruel, después de haber recorrido tanto, en su propia casa. Era injusto que el partido terminase de esa manera.
El cronómetro marcaba los 44 minutos, cuando sucedió la última jugada en ataque para el Gato. En lo alto ganó Antonelli, cabeceó el balón dentro del área y, al caer, la pelota dio claramente en la mano de un defensor sanjuanino. El árbitro Quinteros siguió la jugada pero el segundo asistente, Fabricio Llobet, señaló con su banderín el punto del penal. El encargado de impartir justicia no tuvo otra que sancionar la falta. El milagro comenzaba a suceder.
El defensor David Dri se tuvo una inmensa confianza. Tomó el esférico con gran seguridad. Se dirigió hacia el punto del penal, allí colocó la redonda. Tomó poca carrera, pero firme, y con su pie derecho le dio con potencia, remató cruzado, y la pelota se metió junto al palo diestro del arquero Lucero para que el Estadio estalle en un solo grito de gol. El milagro era posible, Paraná ganó 1 a 0 y empató la serie (1-1), obligando a la definición por penales.
Como un sufrimiento que al fin se aliviaba, con el corazón en la boca, con los ojos llenos de lágrimas, pero ahora de la emoción, se celebró esa agónica victoria que igualaba la llave final y definía el ascenso desde los doce pasos.
Otra vez a sufrir ¿Qué corazón podía aguantar tanto? Pero no importaba nada. El “cuore” de los fanáticos del Decano estaba apto para soportar una batalla más, sabían que era la última y presagiaban, suplicaban, un final feliz. Valía la pena seguir sufriendo.
En la definición por penales todos temblaban por los nervios, pero no todos miraban los disparos. Muchos en la platea y la tribuna elevaban sus ojos al cielo, le daban la espalda a la definición, se arrodillaban y rezaban plegarias, hacían promesas a Dios, esperaban ansiosos la hora del final.
En el arco había un ángel llamado Damián Serrano, que se convirtió en el héroe de la noche al contener dos remates. Su nombre quedará grabado por siempre con letras bien grandes en la historia Decana. El destino lo puso en ese lugar, en el momento indicado, porque su presencia como titular en el arco se dio en la concentración. El sunchalense Baigorria tenía su mano izquierda sentida por el golpe que le había dado a la pared tras la derrota del primer cotejo y prefirió cederle su lugar a Damián, en perfectas condiciones.
En la serie de cinco remates, el bonaerense Serrano le desvió un disparo a Díaz, pero como el primer disparo de Paraná ejecutado por Dri también fue detenido por el guardameta rival, terminaron empatados 4 a 4. Había que seguir.
En la serie de uno el Gato fue infalible en sus definiciones y entonces aparecieron las manos salvadoras de Serrano, que pararon el disparo de González para ganar 7 a 6 y así conseguir el ascenso al Argentino A. El cielo paranaense se abrió y el sueño se hizo realidad.
Ese domingo 8 de junio los pibes del Club Atlético Paraná escribieron una de las páginas más lindas de la historia que cobija a la entidad de barrio San Martín, y del futbol entrerriano. Sus nombres eran desconocidos al principio, pero a partir de esos momentos inolvidables pasaron a la eternidad, se ganaron un lugar en el corazón de cada hincha Decano y en la historia del centenario Club. Nunca se olvidarán de esa epopeya. Tampoco se podrán olvidar los nombres de los dirigentes que hicieron posible el ascenso.
En muy poco tiempo se alcanzaron dos ascensos importantísimos y se puso al Club Paraná en un lugar privilegiado en el fútbol nacional. Pero a esa historia, aún le faltaba lo mejor.
Estas son las síntesis de la serie final con Unión de Villa Krause:
Primer Partido Unión de Villa Krause: 1
Pablo Lucero, Eduardo González, Pablo Rudissi, José Figueroa, Miguel Londero, Emanuel Décimo, Leonel Natalicchio, Nahuel Olivari, Ariel Sánchez, Lisandro Sacripanti, Federico Acevedo , DT: Marcelo Laciar
Atlético Paraná: 0
Iván Baigorria, Martín Galli, David Dri, Brian Berlo, Maximiliano Piris, Adriel Bulay, Pablo Vercellino, Pablo Lencioni, Alexis Ekkert, Fernando Benítez, Matías Benítez, DT:
Edgardo Cervilla
Gol: ST: 9’ Nahuel Olivari (UVK).
Cambios: ST: 16’ Alfredo Molina por Natalicchio (UVK); 27’ Matías Morales por Olivari (UVK); 30’ Franco Chiavarini por Matías Benítez (AP); y 38’ Daniel Giménez por Sacripanti (UVK).
Amonestados: Décimo (UVK); y F. Benítez (AP).
Árbitro: Nahuel Viñas –bien- (de la Liga de Alcorta).
Cancha: Estadio “12 de Octubre”, de Unión de Villa Krause.
Atlético Paraná: 1 (7): Damián Serrano, Martín Galli, David Dri, Brian Berlo, Maximiliano Piris, Adriel Bulay, Pablo Vercellino,Pablo Lencioni, Alexis Ekkert, Fernando Benítez,
Matías Benítez, DT: Edgardo Cervilla
Unión de Villa Krause: 0 (6) Pablo Lucero, Eduardo González, Pablo Rudissi, José Figueroa, Miguel Londero, Emanuel Décimo, Leonel Natalicchio, Nahuel Olivari, Ariel Sánchez, Lisandro Sacripanti, Federico Acevedo, DT: Marcelo Laciar
Gol: ST: 48’ David Dri, de penal (AP).
Cambios: PT: 50’ Franco Chiavarini por F. Benítez (AP). ST: Al inicio, Milton Schonfeld por Bulay (AP); 24’ Matías Morales por Olivari (UVK); 25’ Daniel Giménez por Acevedo (UVK); 29’ Maximiliano Antonelli por Galli (AP); y 31’ Edgardo Díaz por Sacripanti (UVK).
Amonestados: F. Benítez, Chiavarini, Antonelli y Serrano (AP); Olivari, Natalicchio, Sánchez, González y Díaz (UVK).
Expulsados: PT: 17’ Furios (PF Paraná); 50’ Cervilla (DT Paraná) y Laciar (DT Unión).
Árbitro: Julio Quinteros (mal).
Asistentes: Mauro Cejas (bien) y Fabricio Llobet (regular) -terna de la Liga Cordobesa-.
Cancha: Estadio Pedro Mutio.
Público: 4.000 personas.
Partido de ida: Unión 1-Paraná 0. Revancha: Paraná 1-Unión 0. Penales: Ganó Paraná 7 a 6.
Dri (AP): Remate con pie diestro, a la derecha del uno, atajó Lucero.
Morales (UVK): Definición al ángulo superior izquierdo, gol.
M. Benítez (AP): Disparo de derecha a la izquierda, gol.
Díaz (UVK): Remate de izquierda cruzado, fue Serrano hacia su izquierda y detuvo el remate.
Vercellino (AP): Disparo a la izquierda, a media altura y gol.
Sánchez (UVK): Definición de zurda, al medio del arco y gol.
Ekkert (AP): Disparo de zurda, fuerte, arriba, dio en el travesaño y entró. Gol.
Giménez (UVK): Con mucha tranquilidad, pie derecho, a la izquierda de Serrano y gol.
Lencioni (AP): Define con pierna izquierda, a la derecha de Lucero y gol.
Natalicchio (UVK): Con pie derecho, al medio del arco y gol.
Schonfeld (AP): Definición de derecha, al palo izquierdo y gol.
Londero (UVK): Remate de izquierda, a la derecha de Serrano que eligió el otro palo, y gol.
Chiavarini (AP): Le dio de derecha, colocó la pelota junto al palo izquierdo. Gol.
Rudisi (UVK): Con pie derecho, casi al medio del arco, la tocó Serrano pero fue gol.
Antonelli (AP): Disparo de derecha, al medio del arco y conversión del Rojiblanco.
González (UVK): Remate con pie diestro, cruzado, a la derecha de Serrano y atajó para colocar al Decano en el Argentino A.
Las manos extendidas de Serrano, tras haber detenido el remate de González, fue el momento de mayor explosión en barrio San Martín. Los jugadores, cuerpo técnico, dirigentes, hinchas, se confundieron en un abrazo gigante e interminable para el desahogo de tanta angustia contenida. Todos lloraban de emoción. Se erizaba la piel de los cronistas al verlos felices dentro del campo de juego. Esas imágenes bellas aún aparecen en la memoria del simpatizante Rojiblanco, que nunca olvidará esa tarde-noche de junio. Nadie quería estar ajeno a esa celebración y los simpatizantes rápidamente invadieron la cancha con sus trapos, bombos y redoblantes. La vuelta olímpica fue con la participación de todos, porque todos habían puesto una parte en aquella historia.
Atlético Paraná subía otro peldaño, ya era del Argentino A. El presidente José Cáceres no pudo contener su llanto al fundirse en un sentido abrazo con Alexis Ekkert dentro del campo de juego. El vicepresidente César Fontana tampoco ocultó sus lágrimas de felicidad al abrazarse con los jugadores y dirigentes.
Algunos jugadores se subieron al travesaño del arco que da a calle Ruperto Pérez, entonaron los cánticos tribuneros junto a los hinchas, nadie quería que aquella noche termine a pesar del frío que se hacía intenso con el correr de las horas. Hubo simpatizantes que extendieron el festejo y se fueron en caravana a la Plaza 1° de Mayo para coparla con los colores rojo y blanco.
Una hermosa noche. Un momento inolvidable de inmensa alegría para todo el Pueblo Decano, que dejó postales que perdurarán más allá del tiempo y serán imborrables en las retinas de quienes tuvieron la dicha de ser testigos fieles del segundo ascenso histórico en la vida deportiva de Atlético Paraná.
En medio de los festejos, los jugadores del Gato también tuvieron tiempo para brindar sus impresiones a los distintos medios de comunicación que en buen número cubrieron la final. Estas fueron algunas de las frases que dejaron los protagonistas tras la conquista:
• DAMIÁN SERRANO. El arquero fue el héroe de la noche y jugó el último partido por una lesión de Iván Baigorria: “Si lo escribo no sale. Me costó mucho, la remé desde abajo y la verdad que tenía un monstruo adelante que es el viejo (Iván) Baigorria, pero a pesar de ser un colega, es un amigo con el que vivimos muchas cosas juntos”. “Tomé todo con mucha tranquilidad, mis compañeros siempre me dieron el apoyo y también el cuerpo técnico. Quería hacer un buen papel, como cuando me tocó atajar”. Sobre el último penal, que atajó y depositó a Paraná en otra categoría, el bonaerense expresó: “En la última ronda le grité a Maximiliano Antonelli ‘hacelo que lo atajo al que viene’. Y así fue, sé que el de arriba me escuchó. Esperé hasta lo último como siempre hago en los penales y la agarré. A partir de ahí se me cruzaron muchas cosas por la cabeza porque desde los seis años que la vengo remando. En Tigre tuve la desgracia de estar tres años en primera y no pude renovar contrato, por eso ahora puedo decir que el fútbol da revancha”.
• DAVID DRI. El defensor se encargó de la ejecución del penal que le dio la posibilidad al Decano de ir a la definición en los remates desde los doce pasos. “Son momentos encontrados los que viví. El primer penal me tocó hacerlo y fue cuando más nervios tuve. En el segundo fui más calmo y lo erré, pero me quedé tranquilo porque la serie era larga”. “Lo que vivimos este año fue muy difícil; por ahí se piensa que fue todo color de rosa, pero no es así. Hubo una unión muy grande, sacrificio y por eso tenemos con nosotros este merecido ascenso”.
• MATÍAS BENÍTEZ. El ‘Chino’ culminó la temporada con 14 tantos y fue el goleador del equipo. “Esto es lo más lindo que le puede pasar a un jugador, y se disfruta mucho por todo el sacrificio que se viene haciendo”. “Si no se sufre no vale. Pero nos dio más alegría por cómo se definió y por eso se festeja de esta manera. Esto es una alegría enorme que muy pocos la viven y hoy nos toca a nosotros, es como tocar el cielo con las manos”.
• MARTÍN GALLI: El lateral derecho cumplió una destacada actuación en la temporada. “Se logró el objetivo que todos buscábamos, con un sufrimiento que no tiene nombre. Sí teníamos que ascender era de esta manera. Ganamos el partido más importante de la historia del Club”.
• IVÁN BAIGORRIA: El arquero que estuvo ausente en el segundo enfrentamiento por lesión en su mano izquierda. “Sin palabras al esfuerzo de mis compañeros. Solo me queda agradecerles por volver hacerme sentir un nuevo ascenso. Merecido lo tienen”, expresó.
• PABLO VERCELLINO. El concordiense fue una de las figuras importantes del plantel en la temporada. “Ahora sí, objetivo logrado; este equipo está en el Argentino A y es una alegría inmensa. Con este cuerpo técnico se trabaja el triple de lo normal y nos sacrificamos un montón”. “El grupo se trasformó en equipo y durante todo el campeonato demostró que estaba para jugar la final y se tenía que ganar. Sufrir como se sufrió hace que se disfrute el triple, por eso es más que merecida esta conquista”.
• ALEXIS EKKERT. El diamantino fue uno de los futbolistas desequilibrantes del equipo. “Es el fruto de todo lo vivido, entrenamos con lluvia, frío, calor y gracias a Dios valió la pena y hoy se festeja todo esto. No queda más que agradecerle a este grupo, es algo extraordinario lo que se siente, los 30 jugadores tirando para el mismo lado. Y en este momento uno piensa en la familia que disfruta y estuvo siempre conmigo”.
• ADRIEL BULAY. El oriundo de Arequito (Santa Fe) declaró: “Fue un año muy largo, duro y se coronó de la mejor manera. Para mí esto tendría que haber terminado antes y no sufrir en los penales. Pero la historia dijo que teníamos que sufrir un poquito y fue así; ahora estamos festejando”. “Es inexplicable todo lo que se vive, con este grupo y estos compañeros voy a cualquier lado. Estoy muy contento de lograr esto con los chicos, es maravilloso, y como siempre lo dije, con humildad y sacrificio se logran grandes cosas”.
• EDGARDO CERVILLA. El entrenador Decano se refirió a la clave para conseguir el ascenso. “Fue el mensaje que le llegó a los jugadores, que muchos se preguntan ‘¿cuál es?’. El de la perseverancia, el de saber que las adversidades pueden presentarse a lo largo de todo un año competitivo y que hay levantarse rápidamente. El de saber también que Paraná es un equipo humilde y que no tenía esa chapa de candidato, sino que era uno más entre casi 140 equipos. Tuvimos un montón de falencias pero también grandes virtudes como la perseverancia, la voluntad, las ganas, la contracción al trabajo y el hambre de gloria de los jugadores”.
Este es el camino que recorrió el Gato, fecha tras fecha, fase por fase, para decirle adiós al Argentino B y concretar su sueño tan ansiado, lograr otro ascenso.
El plantel de Atlético Paraná que alcanzó el ascenso al Torneo Argentino A en el año 2014 estuvo integrado por los siguientes jugadores:
Arqueros: Iván Baigorria, Damián Serrano y Jesús Acebedo.
Defensores: Martín Galli, Brian Berlo, David Dri, Cristian Romero, Maximiliano Piris, Federico Córdoba, Marcos Rosano y Hernán Boraglio (al no ser tenido en cuenta por el DT se fue en la pretemporada en el mes de enero).
Mediocampistas: Adriel Bulay, Pablo Lencioni, Alexis Ekkert, Pablo Vercellino, Milton Schonfeld, Oscar Vallejo, Gastón Petrucci, Martín Erramuspe, Gustavo Trinidad, Maximiliano Goró y Emanuel Torres (decidió dejar el equipo en el transcurso de la pretemporada en el mes de enero).
Delanteros: Maximiliano Antonelli, Matías Benítez, Franco Chiavarini, Fernando Benítez, Hernán Claro y Martín Muñoz (también se fue en el mes de enero por cuestiones personales).
Cuerpo técnico: Edgardo Cervilla (director técnico); Adalberto Muñoz (ayudante de campo); Sebastián Furios (preparador físico); Andrés García (médico); Víctor Ortega (masajista) y Carlos Zárate (delegado).
El destino no es una línea recta, a veces da vueltas, se quiebra o toma atajos que cuando nos hallamos en el medio de esas transiciones cuesta hallarles sentido, sin embargo, hay hombres que, después de derivar, de encontrarse con situaciones adversas que parecen alejarlos de sus sueños, tienen la suerte de encontrar nuevamente la orilla firme de aquello que andaban buscando. El 8 de junio de 2014, Atlético Paraná se encontró con el destino que andaba buscando, el ascenso que lo pondría a tiro de alcanzar la segunda categoría del fútbol argentino, en una final que tuvo los ingredientes necesarios para convertirse en mítica. No faltó dramatismo, tensión, zozobra y, por supuesto, conquista, victoria y festejos. Todos factores que confluyeron en un momento único para muchos paranaenses, para quienes rescataron la institución y comenzaron a planear un futuro de gloria, y para quienes hicieron de la práctica del fútbol su pasión y forma de vida. De todas esas historias y circunstancias que confluyen para hacer de una final de fútbol un hecho inolvidable, se destacan dos situaciones, dos historias, que por conmovedoras y particulares, no dejan de condensar los sueños, los anhelos, las frustraciones, las luchas y los derroteros de un Club y un grupo humano que se propuso conquistar un sueño a fuerza de sacrificio y humildad, construyendo desde abajo, peleando cada instancia y jugándose de corazón por la camiseta. Esas dos historias que, por emblemáticas, queremos dejar plasmadas son las del arquero Damián Serrano, quien atajó dos penales en la serie que puso a Paraná en el Federal A; y la de David Dri, el defensor que tomó la responsabilidad de ejecutar el penal que, en el último minuto del partido final, le dio una vida más al Gato para definir la situación en los remates desde los doce pasos.
David Dri es uno de los jugadores que vienen desde los inicios de la campaña que llevó al Decano a la segunda categoría del fútbol argentino, y su lugar nunca fue secundario en el esquema de juego. Llegó desde la entrerriana ciudad de Concordia y el Club se convirtió en su segunda casa, como les sucedió a muchos jugadores que pasaron por la institución. Aguerrido defensor, se ganó el apodo de “La Muralla” por su casi invulnerabilidad en la línea defensiva del Gato y durante mucho tiempo lució el brazalete de capitán del equipo. La final frente a Unión de Villa Krause en el Pedro Mutio por el ascenso al Federal A, lo enfrentó a un nuevo desafío deportivo, tal vez uno de los más importantes de su vida como jugador. En el último minuto del partido, mientras la Familia Rojiblanca no se resignaba a un empate en cero que lo dejara sin tocar la gloria del ascenso, hubo mano en el área defendida por el equipo sanjuanino, a esa altura del partido prácticamente metido en su propio arco, y el árbitro Julio Quinteros debió sancionar penal a favor de Atlético Paraná. Era la chance del día, del torneo, el final del camino donde conducían los sueños. El Gringo tomo el balón decidido a patearlo. El estadio enmudeció. Lo que allí estaba en juego no era ni más ni menos que el pasaje a la definición por penales o la derrota y el fin de las ilusiones. Pero Dri estuvo a la altura de las circunstancias, con firmeza y frialdad, pero con toda el alma, le dio de derecha a esa pelota que resultó inatajable para el arquero Pablo Lucero, que adivinó el palo, pero no pudo contener el balón, como no se puede contener la historia y como los miles de simpatizantes e hinchas que se dieron cita en el Pedro Mutio aquella histórica noche del 8 de junio de 2014, no pudieron contener el grito de gol y las lágrimas de emoción. Había penales, el Gato seguía con vida y la luz del Federal A comenzaba a brillar al final del túnel. Fue un momento de tremenda intensidad en una final a la que aún le faltaba la emoción de los penales y el triunfo, pero el primer paso se dio con firmeza y con el corazón en la mano, y ese paso, cuando el aire se podía cortar con un cuchillo, lo dio sacando pecho, David Dri, quien esa noche se consagró como uno de los héroes del ascenso.
Damián Serrano es un arquero de pura cepa, que dedicó parte de su vida a ser un futbolista profesional. Llegó a la institución de calle Ruperto Pérez en un momento difícil de su carrera personal. Se inició en las inferiores del Club Atlético Tigre, de la provincia de Buenos Aires. Cuando logró llegar a la primera categoría de esa institución, vio su sueño y el de su familia, hecho realidad. Sin embargo, hubo cambios en la institución que lo llevaron por otros caminos. El reemplazo de Diego Cañas por Caruso Lombardi en la dirección técnica de Tigre, lo dejó fuera del plantel y con un sueño a medio armar. “Ahí tuve que remarla de vuelta, empezar en Colegiales de Concordia, en el Argentino B, bien de abajo”, recuerda Damián, quien tuvo en su familia y en su padre, principalmente, un apoyo incondicional en aquellos momentos difíciles, pero el destino le tenía preparado un momento inolvidable para su vida.
De Colegiales pasó a Atlético Paraná, cuando el Gato peleaba con uñas y dientes por conseguir un nuevo ascenso, tal vez uno de los más emotivos, el del Argentino B al Federal A. De esa manera, como arquero suplente, Damián Serrano llegó a aquella final que quedará por mucho tiempo grabada en la memoria de los paranaenses, los hinchas y los que no son hinchas pero vivieron la fiesta que comenzó en el Mutio y se derramó por toda la ciudad.
Una lesión en la mano izquierda del portero titular, Iván Baigorria, ocasionada en el partido de ida frente a Unión de Villa Krause en San Juan, motivó que, en la final del 8 de junio, Serrano deje el banco de suplentes para ingresar al campo de juego. El destino se ponía en marcha. Damián recuerda, y recordará por mucho tiempo, el gesto de su compañero Iván Baigorria, en la previa a la final. “Él me dijo que no iba a jugar porque le dolía, que se quedaba tranquilo porque sabía lo que yo rendía más allá de los 90 minutos dentro de la cancha; en los penales, él decía que yo lo iba a hacer bien. Con su apoyo, el de mis compañeros y del cuerpo técnico salí con la frente en alto a enfrentar el partido”. La final fue electrizante, como lo relatan las crónicas. El Gato obligó a los penales en los últimos minutos del encuentro y Serrano, con dos atajadas, fue el héroe de la noche. La serie se extendió y los nervios de la Familia Rojiblanca estaban a punto de estallar cuando, arrojándose sobre su palo derecho, contuvo el remate y puso al Atlético Paraná en el Federal A. La Fiesta estalló en el Mutio y también los corazones de los simpatizantes, de toda esa gran familia que durante tantos años esperó vivir ese momento. Y Damián Serrano dejó su sello en aquél momento inolvidable, de una manera inesperada, imprevista, como producto de esa extraña e inexplicable lógica que suele tener el destino. “Paraná me dio la oportunidad de crecer, de tener un nombre y volver a jugar. Gracias a este club estoy donde estoy” dice, y agrega que la final en que se logró el ascenso fue “uno de los pasos más importante de mi carrera. Ese día quedó grabado en mi cabeza y en mí corazón”.